Aun así, no es posible.
- No hay lazo mas que aquél que se envuelve en tu cuello, sesga el habla, la respiración y sólo eres algo atado.
- Te doy mi mano, bésala y acéptame.
Sinceramente, más no puede ofrecerte.
Pensaba en el imperativo dejado caer con cierta inocencia. Rechaza la oferta.
Dándole vuelta a su café y aproximando los labios. Alzando la taza. Pequeños sorbos.
Recuerda esa escena. Sabe como continua y no es agradable.
El café está amargo y frío. Y está en su boca. Lo paladea.
Sorprendentemente, parece que hay algo más que pueda ofrecerte.
Elegancia y estilo. Empapado, corto y descafeinado.
Se salta el guión. Tosco y mecánico; empapada, largo y solo.
Ahora sonríen. Sus dientes brillan en el fondo de cualquier pozo. Arriba la gente se arremolina alrededor, miran hacia abajo y se preguntan por qué está seco.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Juan Haro Rodríguez.
Publicado en e-Stories.org el 23.05.2009.
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