Tomillo espolvoreas en mi cara,
tal que un polvo de estrellas o de nieve
como el agua bendita que en un ara
derrama el sacerdote sobre un bebe.
¡Ay si el sol en mi rostro despuntara
no se apropie del agua que en mi llueve!
¡En mi rostro ojalá siempre quedara
tus besos de perfume blanco y leve!
¡Ay señor, ya amanece allá tan lejos!
Y ella del bosque atroz desaparece
bajo el pobre sol mueren sus reflejos.
La noche a los demonios deja paso,
el día cruel con fuegos amanece
y yo esperando quedo al nuevo ocaso.
Iraultza Askerria
http://iraultzaaskerria.wordpress.com/
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Iraultza Askerria.
Publicado en e-Stories.org el 07.11.2010.
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