Juan Carlos González Martín

El masajista

Son las nueve menos cuarto de la mañana y estoy a punto de abrir la supuesta clínica
que tengo para dar supuestos masajes.
Un antro que tengo alquilado a un precio muy bajo en el que he metido una camilla,
un foco de luz y un mueble parecido a una recepción para cobrar a los clientes.
No me hace falta más.
La gente viene, se tumba en la camilla quince minutos aproximadamente y se va
satisfecha.
Ellos creen que les doy masajes pero no es eso lo que hago.
Hago algo mucho más importante pero no se lo digo a los clientes porque se escapa
lejos de su comprensión y nadie vendría a la clínica. Al menos, de momento. Hasta que
me haga famoso por mis masajes y quiera venir todo el mundo.
Lo que hago es mover el punto de encaje de las personas a la posición que ellos
necesitan en este momento de sus vidas.
El punto de encaje es un punto energético que tiene todo ser viviente dentro de su
campo de energía, el cual conecta al mismo ser con el resto del universo energético.
Cuando se mira con los ojos de un brujo se logra ver. Y cuando alguien ve percibe las
cosas como energía pura. La esencia de las cosas.
Los seres humanos, cuando se nos ve somos parecidos a huevos luminosos enormes. El
huevo digamos que es como un metro a la redonda más grande que el cuerpo físico y
dentro de este huevo hay un punto que es del tamaño de una pelota de tenis que se
ilumina más que el resto del huevo y destaca en su interior.
Este punto es lo que llamamos percepción, y nosotros percibimos los campos de
energía que pasan por ese punto, sean de quién sean y vengan de donde vengan.
Yo he aprendido, por casualidad, a ver ese punto. Se requiere práctica pero al final, lo
ves.
Para verlo únicamente hay que, como yo llamo, apagar el cerebro. Hay que dejar de
pensar. Literalmente. Esto parece fácil pero no lo es en absoluto.
Todo el tiempo estamos pensando sin parar. Intentarlo cuando queráis. En seguida os
daréis cuenta de que volvéis a pensar.
Hay que dejar de tener pensamientos. Para eso hace falta concentración. Los budistas
lo llaman meditación.
Hay que concentrarse en un punto, en un objeto o en un pensamiento estático. A mí
me va bien concentrarme en mi propia respiración ya que eso estará siempre ahí hasta
el día de mi muerte.
Al principio cuesta pero a medida que se practica cada vez cuesta menos concentrarse
y cada vez consigues estar sin pensar más tiempo.
Este proceso es acumulativo y si lo haces durante mucho tiempo empiezas a
experimentar cambios.
Un día estas tranquilamente en tu vida rutinaria y empiezas a ver luces. De pronto ves
a tu derecha una luz, pero cuando miras ya no está. Cada vez empieza a ser más a
menudo y luces más grandes.
Luego, un día pasas por una calle que es muy familiar para ti pero la ves diferente.
Como si estuvieras en otro barrio. Incluso en otra ciudad. Como si la vieses por primera
vez. Es el proceso contrario al dejá vu.
Hay que tener cuidado con esto porque puedes perder el sentido de la orientación,
aunque esto, seguramente sea solo por unos instantes.
Y entonces llega el día que miras a una persona y ya no es una persona sino un enorme
huevo compuesto de fibras luminosas en el cual resalta el punto de encaje.
El punto de encaje, cuando está quieto percibe las fibras luminosas que pasan por él,
que sería el mundo que percibimos ahora. En realidad son datos sensoriales que,
mezclados con nuestros pensamientos y premisas básicas que nos han inculcado
cuando éramos pequeños dan paso al mundo que percibimos como “mundo real”.
Pues bien, la clave está en el movimiento de este punto de encaje. Cuando este punto
se mueve, abarca fibras de luz diferentes de dentro o fuera del huevo luminoso dando
lugar a una percepción diferente.
Los sueños son muy buenos para mover el punto y los alucinógenos también.
Por ejemplo, si mueves el punto de encaje de un ser humano a la posición en que lo
tiene un león, este ser humano vería el mundo como un león. Incluso podría
comportarse como tal.
También es cierto que los puntos de encaje de las personas varían según su modo de
vida y forma de pensamiento.
Cuantos más vicios tiene una persona, más arraigado está a las fibras actuales y más
difícil es que se mueva.
Yo he aprendido a mover el mío y el de mis semejantes.
Los clientes piensan que lo que les doy es un masaje pero, para llegar a mi objetivo
solo necesito un toque en la posición adecuada del cuerpo. El resto del tiempo es un
paripé para que no piensen que les cobro por solo cinco segundos de trabajo.
Realmente, el toque no es únicamente físico. Yo toco el punto de encaje energético,
aunque a la vez toco un punto del cuerpo físico que está más o menos por debajo de
los omóplatos.
Puedo poner a una persona en el mejor de los éxtasis o en la peor de las depresiones.
Cobro cien euros por sesión y cada sesión dura unos quince minutos. La primera vez
que vienen los clientes se la doy gratis y esa es mi publicidad.
Masaje gratis sin compromiso.
Ellos vienen para que les dé el masaje gratis y piensan que después no volverán. Pero
se equivocan.
En el primer masaje que les doy pongo su punto de encaje en una luminosidad que es
tan grande y placentera que se quedan como si estuvieran en la mismísima gloria. Una
vez que les he movido el punto, éste tarda un tiempo en volver a su posición habitual,
con lo que el placer se les va hiendo gradualmente. Cuando se les quita les ha gustado
tanto que siempre vuelven.
Les suele durar el placer una semana más o menos. Cuando han pasado por mis manos
son mejores en lo que hacen. Tienen la autoestima tan alta que creen que pueden
hacer lo que sea. Mejoran sus vidas. Bueno, las mejoro yo. Y todos quieren volver.
A los impotentes les hago que tengan aquí mismo una erección, poniendo su punto de
encaje en la posición adecuada.
Y durante una semana tienen erecciones cada vez que las necesitan. No solo les ayudo
a ellos sino a sus mujeres también. Incluso más a ellas diría yo.
Aún no se cómo lo hago. Supongo que es instinto, como cuando los bebes hacen el
gesto de comer sin que nadie les haya dicho antes como se hace.
Debe de ser genético.
Ayudo a la gente que tiene depresión. A los que quieren dejar de fumar o de beber.
Anoréxicas, bulímicas, adictos a la grasa.
Algunos simplemente vienen para sentirse mejor con ellos mismos. Todo el cliente que
viene ya es cliente para siempre. Y cada vez vienen más.
Muchos vienen para combatir el aburrimiento de sus patéticas vidas. Yo les doy una vía
de escape. Y sin necesidad de drogas ni medicinas.
Aún no lo he probado pero supongo que, si puedo hacer lo que hago también podría
hacer lo contrario. Hundir a la gente en depresiones. Convertirlos en sociópatas,
psicópatas o psicóticos.
Incluso podría hacer que me obedecieran todo el que pasara por aquí, ingresándome
en mi cuenta sus riquezas o donándome sus propiedades.
Podría hacer que fueran mis esclavos y crear un ejército de zombis bajo el mandato de
mi voluntad para hacerme con el poder del mundo.
Realmente tengo miedo de estas ideas. Para conseguir la energía suficiente como para
ver los puntos de encaje se requiere mucha energía personal acumulada. Y los
sentimientos y pensamientos son un obstáculo. Te hacen perder energía. Sobre todo
los sentimientos fuertes como pueden ser la envidad, la ira o el miedo.
La clave está en no pensar en nada. Dejar que todo eso se vaya por el desagüe.
Tampoco se debe desperdiciar el líquido seminal. Así se desperdicia energía a
borbotones.
Si se quiere tener una recarga de energía bestial en el acto hay que intentar hacer lo
siguiente:
Cuando se está practicando el sexo, justo antes de llegar al orgasmo hay que pararse y
aguantar. Aguantar todo lo posible por no derramar el semen. Entonces éste habrá
salido ya de los testículos pero no habrá salido fuera del cuerpo. Entonces se convierte
en energía que sube en forma de serpiente alrededor de la columna vertebral. Aunque
si el semen se derrama dentro de una vagina, como es lo habitual, es como si
depositaras receptáculos de energía dentro de la hembra y esos receptáculos te harán
llegar pequeñas dosis de energía de la hembra durante algún tiempo.
Lo que no hay que hacer bajo ningún concepto es derramar el semen a la interperie.
Supongo que la iglesia siempre ha querido decir cosas similares pero se explica muy
mal. Toda la parafernalia de ángeles y demonios no es más que energía y no hay nada
más.
Pero lo tiene que escenificar todo con dibujos por todas partes.
Bueno, tengo que empezar con la primera sesión del día.
Creo que es una señora que ha perdido la lívido.
Me encanta mi trabajo.


Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Juan Carlos González Martín.
Publicado en e-Stories.org el 07.06.2011.

 
 

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