Recorridos de bondad y delirio

Inexistente, no molesto.
De lo contrario, ¿cómo sería un epitafio sin dinero?
Tranvías que van, regresan.
Corre ahora que no mira el tiempo, trayendo mis nostalgias.
 
Mensajes. Sonidos vaporosos desde tus ojos aéreos,
fugaces explosiones por la ventanilla de nuestra vida.
 
Recorriendo nubes, tenues perfiles difuminando horizontes,
amarillos trigales, abandonadas fábricas entre hojas.  
Tú empujabas el otoño, secretos inconfesables.
 
Besos en Mumbai bebiéndose mis huérfanas entrañas.
Traqueteos lilas y naranjas en el ocaso del febril día.
¡Abre, charnela mía el ruiseñor de las melancolías!
Sube por mi alma tus jacos salvajes de la estepa.
 
Viaje incauto, peregrino sin fronteras, biota ansia.
Cuando tu púrpura tarde se haga huella
como un chambelán del templo casual
licuaré otras sonrisas disparando a infinitas estrellas.
 
¿Qué dices? ¿De dónde me hablas?
Circula. A orillas del ignoto pensamiento
construiré un faro en esos labios de tu ausencia.
       
Confetis. Champagne. Soldados.
Cestas de mimbre con fruta.
Despierto intrigas de Agatha.
Miro tus gotas de sudor en el escote
empapado del deseo.
Vivirás entre abetos, por cúpulas nevadas,
en el polen del amor de éstas transitadas páginas.
¿Dónde nos llevarás vida? ¿Dónde nos llevas?
¿Cuando no queden monedas?
       
Volteándolas engañé el embrujo sin memoria.
Trenes que salieron, nunca regresan.
       
Expendidos billetes instantáneos.
Desde Júpiter a Saturno plantaremos
otra semilla desde la tierra. 

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