El cielo se empapa con los primeros rayos.
Sin saber aún cómo, lloraba mi corazón dorado.
Fantástico y solidario caía por la ladera del cerro;
como una bola mágica de luz, rocé tu nido nostálgico.
Tengo los ojos inundados en el pinball del recuerdo.
A un lado, la fortaleza medieval recargando sueños.
De tanto tropezar por ti, en Santa María me volví blanco.
Confundido entre casas, coloreé otros corazones-astro.
Sedientos flotaban mis alegres gotas entre autos
y unas ramas de olivo nos abrazaban, muy despacio.
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 26.10.2011.
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