Tantos ayeres
retozó mi rostro sobre tu pecho
que pude sentir
cómo jugaban nuestras almas,
mientras me besabas las yemas de los dedos...
Porque quedarás amor apeado donde existió deseo.
Después
quedaremos dando pinceladas al cielo
para perdernos,
incluso avivar el fuego del recuerdo.
Ya no lloraré tu ausencia
porque las lágrimas son como las palabras.
Herramientas útiles para quién se aleja,
llamativos mensajes de quienes aún están viniendo.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 25.11.2011.
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