Sergio Castillón Morys

Por cortesía de un rey indigno

Por cortesía de un rey indigno

Definitivamente, y aún queriéndome a mí mismo más que a nada sobre este planeta, tengo que decirlo. Soy el peor escritor de la historia. Sí, es cierto, lo soy. Soy el peor escritor de la historia de la humanidad. ¡Joder! Si a un mono le enseñaran a escribir, posiblemente, sería capaz de escribir una novela que superara con creces cualquiera de las sandeces que yo haya escrito hasta ahora... No sabéis la frustración que siento… Mi cabeza es un hervidero de ideas que no sé como transmitir al dichoso lector. Dichoso lector.
Hace cerca de un año y medio publiqué un libro que vendió aproximadamente dos millones de copias y, para qué mentir, esto fue una increíble sorpresa tanto para mi editor como para mí. Se trataba de una bestia de unas novecientas páginas titulada Por cortesía de un rey al que llamaban Filipo I. Era un sencillo libro de caballerías que transcurría en una Edad Media ficticia y en el que aparecían una serie de personajes mitológicos y animales parlantes y cosas freaks por el estilo, es decir, era un cliché encuadernado. Pero, al parecer, esta fórmula volvió a tener éxito y, como he dicho, vendió cientos de miles de copias.
Me invitaron a programas de la televisión, me hicieron entrevistas, me llamaron incluso de Hollywood pero, todos coincidían en lo mismo. En la misma pregunta. En la misma jodida pregunta: “¿Cuándo saldrá a la luz la segunda parte?”
Estoy indignado, tanto los lectores como los propios editores han dejado de entender el concepto “final abierto” y ahora lo único en lo que piensan es en secuelas y más secuelas. En el final de Por cortesía de un rey al que llamaban Filipo I, dicho rey se aleja por un páramo dispuesto a encontrar el amor de su vida. Y punto y final. Nada más. Finitto. Pero tras comprobar, mi querido editor, que la novela había sido todo un Bestseller, decidió prorrogar el contrato al que yo estaba ligado. “Querido Félix” me dijo “nos podemos hacer de oro”.
Esto sucedió hace seis meses y cuatro son los que llevo encerrado en mi casa. Recuerdo la última vez que salí… ja, ja. Menudo fracaso.
Había oído en una ocasión que una buena forma de buscar inspiración era salir a pasear, así que lo hice. Salí a la calle y el aire fresco y el calor del sol primaveral me sentaron como un chute de adrenalina. Motivado, empecé a caminar, acompañado de mi bloc de hojas amarillas y de un bolígrafo. Mi aleatorio paseo me llevó hasta el parque, y allí me alegré de oír el canto de los pájaros, de ver el agua cristalina del lago y de respirar la tranquilidad que sólo un parque en medio de la ciudad ofrece. La inspiración me invadió, entonces, de manera asombrosa. Las ideas comenzaron a organizarse en mi mente tan rápido que apenas podía escribir de la emoción. El mundo real, el que se hallaba a las afueras de mi bloc, no era más que una nebulosa hasta que oí la horrible voz de un adolescente que gritaba a sus padres que se acercaran. Al levantar la cabeza vi que un chaval de unos diecisiete años me grababa con la cámara de su móvil y de que un grupo enorme de personas se acercaba para imitarle… No voy a narrar los hechos que sucedieron a continuación, principalmente, porque me avergüenzo de ellos, pero los podéis ver en YouTube si buscáis “Félix Veracruz gritando”.
Desde entonces, no he vuelto a salir. Mi imagen pública se ha visto bastante perturbada pero el editor me felicita por la campaña gratuita de publicidad que he logrado. Todo el mundo habla sobre la segunda parte de las aventuras del rey que, según he visto en un blog de fans del personaje en internet, se va a titular Por cortesía de un rey indigno.
Las únicas visitas que he recibido desde aquel fatídico incidente han sido de prostitutas y de pizzeros. De vez en cuando, llamaba estos últimos sólo para que me trajeran únicamente una cerveza y otras veces llamaba las primeras sólo para charlar…
Hace poco estaba tumbado en la cama pensando en estúpidas banalidades cuando, de repente, sonó mi despertador. Cuando miré la hora, me sorprendió que ya fueran las siete de la mañana. Llevaba unas ocho horas tumbado en la cama, mirando el techo sin apenas moverme. Por primera vez en mi vida había pasado toda la noche sin dormir. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba acabado, de que era el peor escritor del mundo y de que había caído en una profunda depresión.
En una semana tengo que entregar un ensayo en el que aparezcan los dos primeros capítulos de mi nueva novela sin nombre… Busco desesperadamente títulos que den a entender que bajo ningún concepto habrá una tercera entrega: La muerte de Filipo I, Un trono sin rey, El rey que murió cazando elefantes… pero ninguno me parece suficientemente bueno, o fulminante… no sé si me entendéis, ¡esto se acabó! No sé si mi editor estará de acuerdo, la verdad.
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La nueva novela de Félix Veracruz es, sin lugar a dudas, lo peor que he leído desde que tengo uso de razón. El rey Filipo I el zombi, parece una parodia del propio Félix hacia su opera prima Por cortesía de un rey al que llamaban Filipo I. Tras disfrutar como un niño de la primera entrega de las aventuras del rey, compré el segundo tomo bastante entusiasmado, pensando que volvería a deleitarme con el asombroso mundo creado por el autor, pero desde la primera página se observa la pereza con la que fue escrito. Las oraciones simples, el vocabulario vulgar y extremadamente sencillo (perdónenme por el acto de presunción) y lo mal que están narradas las acciones hacen de esta novela el fracaso del año. De igual manera impresiona el fracaso de esta novela como el éxito de su predecesora, demostrándonos que el señor Veracruz es capaz tanto de lo mejor, como de lo peor. En conclusión, se trata de una obra que pasará a la historia sin pena ni gloria y que no recomendaría ni al peor de mis enemigos (si se me permite la hipérbole).

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Sergio Castillón Morys.
Publicado en e-Stories.org el 01.05.2012.

 
 

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