Sergio Rodriguez

The hope must never get lost

Esta es la historia de Rubén, un joven de 19 años que tras estar de fiesta con unos amigos, sufrió un accidente que le dejó parapléjico.
Al volver en sí, se encontraba en el hospital, frente a la triste mirada de su novia, Elena, que intentaba disimular que todo iba bien. A los pocos días, Elena no pudo soportar la presión de tener que dedicar toda su vida a un inválido en silla de ruedas y decidió marcharse del hospital y dejarle tirado cuando más la necesitaba.
Desde ese momento, Rubén se hundía en una profunda depresión, que al salir del hospital, derivó en rabia y asco hacia si mismo por ir en una silla de ruedas. La única que iba a verle, era una amiga suya llamada Sofía, que también era minusválida. Sus amigos al enterarse de la noticia, le aislaron y rehicieron su vida con nueva gente. Además, que la gente le recordase día a día su tetraplejia, le hacía sentirse odiado y repulsado por la sociedad. Se sentía muy impotente, muy desdichado.
Su situación empeoró cuando le atracaron en un túnel camino de su casa.
Rúben, cansado de vivir aislado y en una situación en la que no tenía ganas de vivir, decidió intentar suicidarse, tomándose todos los calmantes del bote. Se maldijo cuando de nuevo estaba en el hospital, ahora con su madre mirándole con una gran sonrisa y diciéndole que todo iba a ir bien.
A los 3 meses de su salida del hospital, Rubén tenia que acudir al hospital para realizar lo que él llamaba gimnasia para viejos, con lo que ejercitaban sus músculos y sobre todo intentaban cambiar la mentalidad negativa. El médico le recomendaba una y otra vez que debía dedicarse a alguna actividad que le ayudase a recuperar la confianza en si mismo, y sobretodo a no sentirse como alguien incapaz de hacer lo que cualquier joven podía hacer.


Le aconsejó que fuera a jugar al baloncesto paralímpico, que seguro que iba a tener una buenísima acogida entre la gente, pero el reacio con todo desde que nació, lo veía como una forma de ser “como ellos”, hasta que su amiga Carmen le dijo una frase que le hizo reflexionar muchísimo sobre si de verdad debía tratar así a los que eran como él, tetrapléjicos:
“Ofendes a los que son como tú, asi que lo único que estás haciendo es insultarte a ti mismo”.
Viendo que Carmen tenía razón, se sintió culpable y acudió al polideportivo donde los jóvenes practicaban el baloncesto paralímpico. Pensando que todo el mundo le iba a saludar y recibir se encontró con que le pasaban el balón y le decían que a ver que sabia hacer. Todo le salió mal y no consiguió nada de lo que le exigían. Su futuro entrenador le decía que debía ser perseverante y sobre todo confiar más en sí mismo, o sino él mismo se ataría a una cama de por vida.
Pasaban los meses y cada vez, Rubén mejoraba más. Recuperaba la sonrisa y empezaba a parecer feliz con el baloncesto, sin embargo un terrible acontecimiento iba a cambiarlo todo: su amiga Carmen, había sido atropellada y el coche se había dado a la fuga. Dolido y abatido se sumió de nuevo en esa espiral de soledad y pesimismo que ya le había envuelto años atrás y decidió que debía dejar el equipo.
Pero en esta ocasión, si que tenia gente que iba a apoyarle y a cuidar de él y su familia le apoyaba más que nunca así que unos meses después volvió al equipo, dando las gracias a todos sus compañeros.
Rubén de nuevo sonriente, solo quería que su vida fuese feliz para siempre, sin ninguna tragedia que le devolviese al mundo oscuro en el que vivió.
Sin duda esta historia, arroja una clara enseñanza, y es que la felicidad al final llega y aunque seas parapléjico o estes aferrado a una cama, debes siempre intentar ser como cualquier persona, no encerrarte en un mundo oscuro del que no puedas salir. Y por supuesto, también refleja que los verdaderos amigos no te dejan tirado nunca, los que lo hagan, esos solo te querían por interés.
Además el importante valor de la familia también es clave porque es la única que suele estar del todo cuando estás hecho una mierda por dentro y cuando no tienes ganas de vivir en este mundo.

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Sergio Rodriguez.
Publicado en e-Stories.org el 11.06.2012.

 
 

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