Francisco Javier Minaya Gómez

La corta distancia entre vivir y sobrevivir.

A medida que miro hacia atrás en mi vida no quiero recordar las cosas tal y como pasaron; prefiero recordarlas de un modo artístico. Y sinceramente la mentira es mucho mas honesta por el simple hecho de haberla inventado yo. La psicología nos dice que los recuerdos no son como los átomos y las partículas de la física cuántica, los recuerdos pueden perderse para siempre. Por descontado, no podría estar más en contra. Es cierto que la psicología nos dice como se comporta el cerebro en determinadas situaciones, dentro de una regla por supuesto, pero lo que pasó aquél día en Burlete no cumple las reglas básicas del saber humano. Tanto es así que un grupo de investigadores y científicos siguen investigando lo que pasó aquella tarde hace ya dos meses. Del mismo modo la psicología nos dice que el cerebro tiende a almacenar los eventos con una cierta distorsión, de este modo, cada vez que se recuerdan y se vuelven a almacenar sufren una distorsión mayor. Aquí he de darles la razón, salvo que en mi caso, todo parece artístico. Como si yo fuese Picasso con mi paleta y pincel y mis recuerdos fuesen un cuadro sin acabar. Mi deber como artista es rellenar esos huecos y hacer de ese cuadro inacabado una obra de arte independientemente de cuan trágica sea.
Si esto fuera Apocalipsis y yo tuviera una facilidad magistral para narrar asesinatos como Stephen King, podría contar lo que acaeció aquella en el que por aquel entonces era mi hogar en un auténtico tono de suspense. Y el lector se moriría de ganas de escuchar el resto. Pero a diferencia de los hechos narrados en Apocalipsis, mis hechos son auténticos y verídicos. Además no soy un escritor conocido y nunca lo seré por lo que lo haré a mi manera, pero sobre todo contaré la verdad porque de eso es de lo que se trata la ardua tarea de la narración, de contar la verdad. Ya lo dijo Miguel de Cervantes “La honestidad es la mejor política”. Prometo hacerlo. Prometo contar la verdad y si no lo he hecho antes ha sido porque no era el momento adecuado, no es que ahora lo sea. Pero es ahora nunca.
“Necesitamos ayuda. Sentenció el poeta”
Edward Dorn.
I
Hacía más calor que en las calderas del infierno aquella tarde, lo cual es irónico, porque horas más tarde lo serían. Me encontraba en mi casa con enfrente del aire acondicionado y haciendo una serie de cálculos para un proyecto de los que por entonces hacía. Soy (más bien era) arquitecto. Estaba desquiciado porque había alguna medida que no me encajaba, no sabía si se debía a un error de medición o si se debía a que los planos estaban mal confeccionados. No sé si fue una suerte o una desgracia que en ese momento necesitase ir a por un lápiz 2H a la tienda. De un modo u otro me puse las chanclas y las gafas de sol y emprendí rumbo a la tienda. Como en esas fechas solía suceder, al salir de casa una oleada de calor me abofeteó en la cara. La tienda estaba relativamente cerca por lo que me pareció de un vago tremendo el coger el coche para ir a por un simple lápiz. La voz de mi padre resonó en mi cabeza, pero algo que él no sabía ni supo era que los consumidores habituales de marihuana perdían peso sin hacer ejercicio. Me las arreglé para llegar a salvo a la tienda y compré el lápiz de la discordia. Si oí algo extraño no le presté atención. Ya que estaba en la calle decidí ir a por tabaco al estanco que pillaba a cuatro pasos. El estanco estaba en una de las calles que daba a la plaza. Esta última era bastante grande, tenía todo lo que las plazas populares tienen, fuente, bancos, ayuntamiento, iglesia, campanario, en resumidas cuentas, todo lo que cabe esperar encontrar en la plaza de un pueblo. Al llegar al pueblo comprobé que había una gran muchedumbre reunida a los pies de un escenario situado enfrente del estanco. Encima del escenario se encontraba el pomposo alcalde Tray Lertes dando uno de sus soporíferos discursos. Su papada parecía un compartimento en el que guardar cartera, llaves y algo de comida. Solo entonces recordé que aquel día era la paparruchada del día de los fundadores. Era una festividad típica que se hacía en Burlete para rendir culto a los padres fundadores del pueblo. No es que me! parecie se mal, pero las seis de la tarde de un quince de julio no era el momento adecuado. Pero no me importó, podían rendir culto a quien le diesen la gana del mismo modo que después planeaban meterse a misa a rezar a un Dios que no escucharía sus plegarias.
Según el informe oficial de hechos el primer ataque se produjo a las 6:10 a las entradas del pueblo. Una pareja de jóvenes intentaban salir de Burlete fueron atacados. ¿Por quién? La pregunta no era por quién, sino por qué. Ninguno de los dos vivieron para contarlo pero según la investigación que se realizó después declaró que eso colisionó con el coche desplazando la parte delantera del coche hacia dentro como si fuese mantequilla y aplastando a sus dueños. Se cree que murieron sin dolor pero imagino que su último pensamiento debió de ser “¿Qué demonios…?”. Después se cree que eso se introdujo en diversas casas arrasando con lo que dentro de ellas había, incluidos sus dueños, de forma arbitraria hasta llegar a la plaza a las 6:13, hora en la que yo salía del estanco.
“La carretera al infierno esta pavimentada de buenas intenciones”
Anónimo.
II
Nuestra percepción se puede ver alterada por diversos factores. Uno de estos factores puede ser el aburrimiento, que se lo pregunten a cualquiera que haya sido estudiante… Pero el que me atañe es el factor horror. Cuando algo espantoso sucede el tiempo parece pararse. Es algo lógico puesto que algunos científicos afirman que el tiempo no existe sino que lo que le crea es nuestra consciencia sobre él, de que los eventos transcurren de forma ordenada y no simultánea. De modo que si alguien me hubiese preguntado cuánto tiempo transcurrió posiblemente hubiese respondido que veinte minutos cuando en verdad la matanza transcurrió en aproximadamente tres minutos.
Me acerqué al escenario a atender al discurso que el alcalde estaba pronunciando, no porque me interesase sino porque no tenía ganas de volver a los endemoniados y errados planos. Era muy habitual en mi acabar tirando a la basura proyectos en los que había estado trabajando semanas solo porque no encontraba el error. Una vez empecé a prestar atención al alcalde todo empezó a suceder. Me sentí como el detonador de la catástrofe, término usado por el Inspector Snell para nombrar lo que en verdad fue un baño de sangre. Pude sentir que algo iba mal antes de que nada sucediese, unos segundos antes, ninguna eternidad. No lo atribuyo a ninguna percepción extrasensorial/paranormal ya que nunca he sido una persona intuitiva. Sentí que algo iba mal cuando oí aquel pitido. Puede sonar tonto pero era un pitido salido de las profundidades del averno. Me puso los pelos de punta y me provocó una nausea que tuve que reprimir. Unos segundos después apareció. Mi corazón se desbocó, creo que nunca le he sentido latir tan fuerte. Todos tardamos en reaccionar y creo que en parte se debió a que nuestro hemisferio izquierdo, el cual se encarga de procesar la información de forma racional no pudo categorizar el fenómeno que estaba aconteciendo. Sin embargo el lado derecho supo instantáneamente que estaba sucediendo. ¡Demonio! gritó la parte derecha. Vuelve a mirar, es completamente imposible sentenció el lado izquierdo. Y este fue el quid de la cuestión durante unos segundos. Nadie se explicaba que era aquella figura de forma cambiante que fluctuaba sobre el alcalde. A pesar de no tener forma definida se podían distinguir dos puntos rojos que representaban sus ojos. Era la peor pesadilla de los niños cuando estos se iban a dormir sin haber mirado debajo de la cama. El peor de los sueños de un adolescente que vuelve a casa tarde caminando solo por la calle. La peor de las ilusiones de un loco. Era el mal en estado puro. Algunos autores suelen decir que no existe el mal sino que es una falta de amor lo cual implica que no exist! e sentim iento negativo sino ausencia de sentimiento positivo. Esto a su vez implicaría que no hay entes malignos sino entes que viven en un completo estado de ausencia de bondad. No lo creo así. Para mí solo hay entes malignos, entes menos perversos y entes cuya maldad está oculta bajo una sonrisa bondadosa. Al igual que sucede con los seres sobrenaturales sucede con las personas. Hay personas malas, personas menos malas y personas que aparentan ser santos. El ejemplo más claro está en el alcalde Tray Lertes. Aparentaba ser un buen hombre de intenciones puras. Lo que poca gente sabía es que acostumbraba a pegar a su difunta esposa en la época en la que cinco copas no era su límite.
Algunas personas justificarían que la redención de sus actos pasados fue la muerte a manos de aquel ser. Pero desde mi punto de vista nadie de los que estaban allí presentes merecían una muerte tan horrible. El demonio que fluctuaba sobre la cabeza del alcalde se introdujo en él, unos segundos después Tray estaba jadeando, el demonio le estaba asfixiando desde el interior. Después cayó muerto arrasando a su paso el equipo de sonido. Aterrizó en el suelo. El micrófono seguía colgando de su mano. El demonio salió de su cuerpo con una forma más espeluznante de la que tenía cuando entró en el alcalde. Pareció haberse alimentado de él.
“Dear Brutus, the fault is not in our stars, but in ourselves.”
“Querido Brutus, la culpa no es de las estrellas sino nuestra”
William Shakespeare, Julius Caesar

III
Pero el alcalde no fue la última víctima eso sí, su muerte fue la más limpia. A su muerte le siguieron una serie de asesinatos que más que asesinatos merecerían llamarse actos carniceros, despiece. El ente fluctuaba de una manera aparentemente inofensiva de un lugar a otro, salvo que no era inofensivo, donde ponía su ojo se sembraba la destrucción. Vi morir al menos a doce conocidos y a otros tres desconocidos aunque por supuesto hubo muchos mas muertos. Pero eso no fue lo peor. Por supuesto que no. Lo peor fue cuando eso me miró, directamente a los ojos. Ahí fue cuando el tiempo pareció convertirse en una eternidad. Era como mirar directamente al infierno, casi podía ver almas consumiéndose en el fuego eterno mientras pedían auxilio. Oh auxilio. Eso era lo que yo necesitaba. El pitido que no había cesado desde que eso hizo acto de presencia se volvió aún mas intenso lo cual provocó que la parte más esencial de mi ser se removiese, sentí mi cuerpo removerse, cada átomo vibraba del mismo modo que lo hacen dos imanes cuando son juntados por sus polos positivos. Todo el mundo corría despavorido de un lado a otro, unos huyeron, otros murieron en el intento y otros seguían rebotando de un lado a otro. Pero yo no me moví ni un centímetro en parte porque la situación me fascinaba, aunque no de un modo positivo, y en parte porque no sabía que hacer, no sabía que sería mejor si quedarme quieto o echar a correr. A medida que avanzaba hacia mí el pitido era más fuerte y la sensación de vibración mucho mayor. Pareció avanzar hacia mí eternamente, pensé que pasaría así el resto de mi vida, viéndolo acercarse con intención de despiezarme pero que nunca llegaría el momento.. Always and forever. Pero lo haría, eventualmente. Suelen decir que cuando estas a punto de morir ves la vida pasar delante de tus ojos. No en mi caso. Solo pude ver aquellos ojos endemoniados. Ya lo dijo Nietzsche, “Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. Y eso es lo que estaba haciendo aquella criatura sa! lida de lo más hondo de la tierra. Escrutar mi ser y ver si valía la pena, si se alimentaría lo suficiente de mí. Cuando estaba a punto de acabar conmigo algo capto su atención y se alejó de mí sin tocarme un pelo. Solo vi como esa sombra me esquivaba, sentí como el pitido disminuía sin llegar a desaparecer. ¿Qué siente un conejo cuando la sombra del águila le sobrevuela con las alas desplegadas y no se detiene? ¿Qué experimenta un ratón cuando el gato que ha estado esperando pacientemente delante de la madriguera durante todo el día desiste de su captura? Quizás nada. O quizás lo mismo que sentí yo. Una sensación de alivio que no tiene palabras para ser descrita. Como si después de haber andado por el desierto con un lastre de cien kilos a la espalda este se evaporase y la arena se tornase en agua de playa. Un alivio que vale más que un ticket de lotería premiado.
Pero el alivio no duró mucho. Unos segundos después oí aquel grito desgarrador. La cosa me había permitido vivir solo porque había encontrado una presa más jugosa. Dina Brid de treinta y dos años, embarazada de siete meses. Sus últimas palabras fueron “Hijo mío lo siento” después emitió unos sollozos y murió desangrada, no voy a entrar en más detalles porque solo harían que este relato fuese aun más escabroso. Al fin y al cabo el daño esta hecho y la imagen está grabada en mi mente a fuego, no se irá, nunca. El terror se apoderó de mí. Yo debía haber muerto y no ella. Yo había vivido, ese niño no. No era justo. Mas no pareció importar, nada de lo que sucedió aquel día fue justo.
Corrí lo más rápido que pude hasta que mis fuerzas se agotaron unos metros antes de llegar a casa. Me senté en la acera y vomité. Cuando me recompuse me metí en casa. Nunca he sido lo que ser diría un tipo llorón pero aquel día lloré durante un buen rato. Las imágenes volvían a mi cabeza una y otra vez, sobre todo aquel grito, Dina yaciendo en el suelo y el brazo con el que me tropecé en mi huida. Entonces me alegré de no tener familia viviendo en aquel pueblo, todos se fueron a la ciudad excepto yo que me quedé con la casa. Me gustaba el pueblo, era más tranquilo que la ciudad. Pero a partir de aquel día mis gustos cambiaron. Aquella misma tarde empaqué todas las cosas, unas las dejé en casa y otras las traje conmigo a este cochambroso motel en el que llevo viviendo sobreviviendo dos meses.
Dormí durante dos días seguidos. Puede parecer imposible, pero con un par de Valium todo es posible amigo. Cuando me desperté en la mañana del 17 de julio quise saber todos los detalles. Bajé a la calle vestido de mala manera y me hice con un par de periódicos. Los dos contenían una narración de los hechos, aunque en la versión del periódico el presunto autor de los hechos era un grupo radical en lugar de un ente sobrenatural. Por supuesto eso no salió a la luz ni lo hará hasta que se encuentre una explicación científica y racional de los hechos, es decir, nunca. Leí los dos artículos y me di una ducha. Cuando al salir del baño al salón confundí los dos pilotos rojos de la televisión apagada con aquellos dos ojos de nuevo mirándome supe que nunca lo superaría, que acabaría conmigo.
“Es inhumano bendecir cuando nos han maldecido.”
Friedrich Wilhelm Nietzsche.
IV
A Burlete se le fue la vida. Primero en aquella matanza y después en las semanas posteriores. Se realizó un funeral homenaje a las víctimas a los dos días y para el quinto día solo quedaban veinte personas en Burlete. La gente se largó de allí del mismo modo que lo hice yo. Muertos de miedo y en busca de un olvido que nunca conseguirían. Las veinte personas restantes aun siguen viviendo allí y supongo que lo harán hasta el fin de sus días. Pero yo no voy a volver. He dejado muchas cosas allí y allí seguirán, a donde voy no las necesito. Tengo todo lo que necesito encima de esta mesa. El sobre con mi testamento, dinero para mi funeral, un revolver y una botella de whisky a la mitad.
No puedo vivir en un mundo así. Es un mundo malo, despiadado, habitado por maldad y egoísmo. Y lo peor creo que no es eso, sino el hecho de haberme dado cuenta de que las cosas malas no pasan en la oscuridad de la noche sino en la claridad del día, cuando se supone que todos estamos seguros. No hay sitio para mí en un mundo así. Han pasado dos meses y sigo viendo esas imágenes con la misma claridad que la primera vez que las vi. No puedo vivir con esta carga. No lo voy a superar. Perdonad mi acto egoísta pero es la única alternativa que me queda. Quiero vivir, no sobrevivir y sé que no lo voy a conseguir por lo que es mi única opción. Una ultima cosa, no quiero un funeral por la iglesia, solo conseguiría que me removiese en mi tumba. Quiero ser incinerado y que mis cenizas sean esparcidas por algún lugar paradisiaco para poder descansar en paz. Pero sobre todo mantened mis restos alejados de Burlete, es todo lo que pido. Es hora de hacerlo, ahora o nunca. La pistola está cargada tan pronto como suelte este lápiz me dispararé con ella.
Muero en pleno uso de mis facultades mentales.
Harold Gate. 22/11/80 – 15/09/2012

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Francisco Javier Minaya Gómez.
Publicado en e-Stories.org el 29.03.2013.

 
 

Comentarios de nuestros lectores (0)


Tu comentario

¡A nuestros autores y a e-Stories.org les gustaría saber tu opinión! ¡Pero por favor, te pedimos que comentes el relato corto o poema sin insultar personalmente a nuestros autores!

Por favor elige

Post anterior Post siguiente

Más de esta categoría "Horror" (Relatos Cortos en español)

Otras obras de Francisco Javier Minaya Gómez

¿Le ha gustado este artículo? Entonces eche un vistazo a los siguientes:

El Tercer Secreto - Mercedes Torija Maíllo (Ciencia-Ficción)