Irving Edmundo Lopez Marin

Los Hijos Bastardos de Dios.

Esta historia cuenta la vida de un grupo de amigos que por el destino son separados, cuenta parte de sus vidad, sus deseos y sus miedos, como es que cada uno de ellos es diferente, pero solo ellos saben lo que sienten saben lo que viven y saben llorar en la obscuridad, sin quen nadie se entere, sin que nadie los escuche, a pesar de que todos son muy diferentes es su vida y costumbres , en realidad todos son iguales en sus pensamientos mas profundos y en sus deseos mas intimos, 

esto es el inicio de un conjunto de historias, que continuamente estaré actualizando para todos los lectores.


Los Hijos Bastardo de Dios.

Ir a 240 km/hr en mi Subaru por la autopista que va de México a Monterrey, es una experiencia que no se vive todos los días, mi auto es nuevo, tengo con el un par de días, me gusta su color azul profundo, el color de los rines es dorado, lo hace ver deportivo, pero tengo que ir a esta velocidad, una fiesta en grande me espera, a esta velocidad llegaré en 35 minutos, seguro y llego antes.

Todo el acelerador a fondo, se escucha el zumbido del turbo, el resonar de los escapes, como la aerodinámica del auto hace romper el viento a esta velocidad, creo que es una verdadera nave espacial, el control del auto es extraordinario, me gusta más que el anterior, un auto familiar japonés que solo me podía llevar a 190 km/hr, para cinco personas, muy espacioso pero muy de señor, no tanto de mi gusto.

Que emoción es ver de nuevo a personas que hacía tiempo no veía, solo sabía de ellos mediante las redes sociales, es la fiesta de graduación de maestría de un compañero de la universidad, nos ha invitado a todos y a mas, ya que hoy piensa festejar a lo grande, después de tantos años de estudio hoy termina lo que tanto anhelo, primero la educación básica, después su bachillerato, siguiendo con una ingeniería, y ahora termina con una maestría, sabemos el esfuerzo que puso es todo esto, ya que no es de las personas mejor agraciadas en aprender las cosas, pero nunca se dejó vencer por el conocimiento.

Los invitados y amigos llegan de todos lados, de la capital del país, Toluca, Guadalajara, San Luis y uno de ellos desde Alemania, creo que todos estamos conmovidos por su logro y queremos verlo y que mejor verlo después de años, ya que no es lo mismo ver y platicar con las personas que solo saber de ellos, sus padres también estarán presentes, así como sus custro hermanos, ellos viajaron desde la ciudad de Puebla, para presenciar la culminación de tanto esfuerzo de su hijo mayor de 29 años, si de 29 años.

La mayoría de nosotros todos amigos, ya tenemos una maestría, que ya tenemos tiempo de haberla terminado, algunos otros están empezando con el doctorado, todos empleados de grandes firmas, de marcas reconocidas, extranjeras y con presencia en muchos países, solo le faltaba a Armando unirse a todos nosotros, pero ahora aquí está listo para salir al mundo global, mejor preparado y con todas la ganas de ser una persona diferente.

La fiesta ha empezado, pero los invitados a los cuales conozco aún no han llegado, solo están personas que no conozco, Armando me ayuda y me presenta con algunos de ellos y ellas, mejor ellas que ellos, he saludado a todos en la fiesta, pero sigo sin ver a alguien conocido, ni siquiera sus padres, aun no llegan, sé que esta fiesta va para largo, es un fin de semana largo con día festivo, por lo cual es perfecto para festejar a lo grande.

Con los alimentos hay de todo, pero el platillo principal es un tierno, jugos, tierno, exquisito, suculento, aromático y hermoso cabrito asado, hay muchos y para todos, aun en la parrilla listos para ser devorados, por los vivientes presentes invitados, al ver esto, un gran retorcijón en el estómago se presenta a la vez que la boca se me hace agua, el olor de aquello entrando por mis fosas nasales ha hecho una reacción en cadena que si saberlo me ha dado un hambre, que sería capaz de devorarme lo que me pusieran en frente, convertirme en un neandertal y comer hasta reventar.

Nadie se acerca a la comida, no creo que solo yo tenga hambre en este momento son la 5 de la tarde, que esperan que alguien ponga el desorden en aquel lugar, no quiero ser yo y ser el mal criado de hacer esto, ayúdenme, háganme el favor necesito darle una mordida a eso, de pronto alguien pasa a mi lado y me ofrece una refrescante y deliciosa cerveza de lata, una cerveza tipita de la región, de una lata roja, se un sabor fuerte y amargo, no mucho del gusto para todos, pero muy emblemática en esta región.

Ahora se me vienen a la mente vagos recuerdos de una fiesta que di en una ocasión en mi departamento de estudiante, en la cual parte de la bebidas alcohólicas estaban estas deliciosas latas rojas llenas de la bebida de los mismos dioses, en la cual mis amigos más cercanos estaban presentes y solo ellos, esa noche, bebimos festejando… de hecho no festejábamos nada solo bebíamos por hacerlo por embriagarnos, por el deseo de hacer lo que quisiéramos, de ser nosotros mismos, de perdernos y dejar salir el estrés del día a día de la escuela.

Pero no todo era solo el hecho de hacer fiesta, cada convivio en el que estábamos juntos, hacía que los lazos de amistad se estrecharan cada vez más, que nos empezáramos a conocernos al mismo grado íntimo, conocer nuestros miedos y nuestros deseos, saber la vida de cada uno más allá de los que estamos deseosos de platicar, pero lo con el efecto del alcohol, esto era fácil de hacer, todo era más fácil de decir, más simple y con menos remordimientos, sin pensarlo, pero acercándonos más los unos con los otros.

Todas la fiestas eran de empezar con risas, con platicas de todo lo que nos pasaba juntos y habíamos vivido juntos, pero después de unas cuantas cervezas esto cambiaba y se volvía una plática de hermanos de mejores amigos, cada quien con sus gustos con sus formas de ser ante la influencia de ese líquido embriagante, el cual hace que las personas cambien su forma de pensar y la percepción del tiempo y del espacio, maldito alcohol, eres el culpable de haber hecho una amistan tan fuerte que ahora estamos inmersos en un no sé qué, que simplemente te hace sentir lejos de los amigos, extrañar y tener que esperar largo tiempo para volver a pasar por lo mismo.

Quien diría que algo que puedo destruir también puede llegar a unir, diez de nosotros somos los que formamos un lazo de esta forma, todos con una historia que contar o que decir, totalmente diferentes, unidos por la circunstancia, por el destino o por el hechos, por la mano de Dios, pero que supimos ser nosotros y ser uno mismo cuando estábamos juntos, compartíamos gran parte de horas al día en la escuela, diversiones sanas y no sanas, nos imaginábamos al mundo de todas las formas posibles.
 
Por fin alguien se armó de valor y puso el desorden en aquel lugar, fue el primero en arrancar un gran trozo de cabrito, y por supuesto mi hambre no me hizo esperar, con paso apresura me acerque a aquel asador donde esos pequeños mamíferos saciarían mi hambre, abriendo paso entre la gente llegue al final del jardín de la casa, no me importo derramar una que otra bebida en mi afán de llegar, pise unos cuanto dedos e incluso llegue a dar un par de nalgadas a algunas chicas presente, aquel lugar ya estaba lleno personas, pero yo seguía igual, sin conocer a los presentes. 

 

Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Irving Edmundo Lopez Marin.
Publicado en e-Stories.org el 15.10.2013.

 
 

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