Si algo he aprendido en esta vida,
es no menospreciar el esfuerzo de otros.
Valorar sus metas, auténticos sueños.
Muchas veces, conmigo; rompieron
bajo un ulterior maremoto recóndito.
¡Cuántas noches desvelaron
contrariedades adormeciendo desconsuelos!
¡Tantas ilusiones frustradas
agrandaron mi corazón por momentos!
Desnaciendo, arbitrando nuevos impulsos,
de tan invisible a sus ojos extraños
me sentí libre, inmensamente inmenso.
Buscándome por los hipnóticos cánticos,
sin saberlo, fui reconociendo los talentos,
donde solo, tan sólo importaba
aquel derroche derramado en ese momento.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Vicente Gómez Quiles.
Publicado en e-Stories.org el 21.08.2011.
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