Fue pensamiento, de antiguo,
aquél que dijo: "Nada humano me es ajeno".
Mi alma desierta, de simiente estéril,
reitera tan doliente sentencia:
Ni las luces ni las sombras,
ni lo terrenal ni lo divino
ni lascivos goces de la carne
ni virginales sentimientos:
"Nada humano me es ajeno".
Pretendo buscar el equilibrio
en tan humano desconcierto:
el mal recuerdo, el bello sueño,
lo que fue y lo que espero,
la tristeza y lo risueño,
la promesa, el desespero,
el aprecio y el desdeño,
la caridad y el orgullo,
el amor y los celos.
Que en tan difícil postura
ni la razón ni la locura
nada en mí....humano, me es ajeno.
Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Rafael Jesús Carmona.
Publicado en e-Stories.org el 13.02.2013.
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