El llanto desesperado de una niña despierta la mañana
exigiéndole una
explicación, como cuchillo siento esa voz de la inocencia encarnada en dolor
penetrar en lo más profundo de mi corazón.
¿Y por que el silencio se volvió llanto, por que la cara de una niña se
ha vestido de sufrimiento?
El llanto se multiplica… ahora se escucha el coro de la desolación
interpretado por dos personas que no quisieron tener que cantarlo pero no
pueden dejar de hacerlo, son solo victimas del recuerdo.
Siento un dolor apoderarse de mi mente, aunque ya no están todavía escucho
el eco en mi mente, los gritos que nostálgicamente decían ‘’Hay mi
hermano’’, ‘’Hay mi hijo’’…. Como gotas constantes sobre
una piedra siguen socavando mi ser.
¿Somos culpables de dejarnos seducir por la luz de una estrella fugaz o
sencillamente acostumbrarnos a ella?
Una lagrima se desprende de mis ojos recorre mi cara marcándola por unos
instantes para después en su lucha
por no ceder caer victima de la gravedad y frágilmente desplomarse contra el
suelo así la existencia de un niño se desvaneció después de bañar
nuestras vidas con
esperanzas y sueños.
En un súbito movimiento el fantasma del recuerdo me transporta por unos
segundos al pasado en el que veo a un joven entretenido planificando su vida
con
planes que parecen problemas matemáticos vencido en estrategia por un niño que
se le acerca a contarle sus sueños, cosas nuevas y extraordinarias que
el joven está acostumbrado a ver pero
que cobran infinito color y viveza en el lenguaje inocente de
ese niño. El joven ahora presta toda atención
al niño pero el niño aunque físicamente está viendo al joven sus ojos
como dos espejos reflejan por su
firmeza y seguridad como este en su mente está viviendo sus sueños sobre
un futuro mejor, sin planes definidos ni
mucho menos estrategias rigurosas solo vive sus sueños robando felicidad de un
futuro que lamentablemente nunca llegó.
Narración de la muerte de un niño que fue una estrella fugaz en las vidas de
los que pudimos guiarnos brevemente por su luz.
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Todos los derechos pertenecen a su autor. Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Miguel Rijo.
Publicado en e-Stories.org el 14.11.2008.
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